domingo, 30 de octubre de 2011

viernes, 14 de octubre de 2011

Soy homofóbico, ¿y qué?


No andemos con vueltas. Es verdad: soy homofóbico. De los peores. Del tipo nazi-facista. Más que un dinosaurio, un troglodita. Superada entonces la necesaria tarea de clasificarme para encuadrar las opiniones de este artículo, vayamos ahora al grano de estas incómodas confesiones.

Nuevamente una noticia de diario me provoca una serie de pensamientos desordenados: un niño que hoy tiene once años, adoptado por una pareja de lesbianas norteamericanas, quiere cambiar de sexo desde los ocho y tiene en su haber un intento de mutilarse los genitales. Los médicos le aplican hormona de bloqueo. Aquí la noticia completa:

Un niño quiere cambiar de sexo en EE.UU. (La Nación 01/10/11)

Objetivamente, dos adultos idiotas influyendo en la vida de un pequeño que no era suyo (agravante). Un mismo genotipo, en un ambiente diferente, produce un fenotipo diferente. No me censuren de antemano: no he dicho que éste sea un caso testigo. Sólo dije que para mí fue un disparador de ideas.

En tren de definiciones

No creo eso que dicen algunos que la homosexualidad es una enfermedad. Supongo que es un conflicto psicológico, como ser esquizoide o paranoico. No se cuan importante es definirla. Existe, es real y tan vieja como el reino animal. No implica culpables. Supongo que te toca o no. Requiere agallas enfrentarse a sus consecuencias sociales. Les toca lidiar con más barreras que las normales existentes para la gente, en cualquier época.

A pesar de mi autodefinición, a pura cháchara, no pienso que haya que combatir la cultura homosexual ni nada por el estilo. Sólo me gustaría llegar a ser equilibrado en el análisis y aceptar sus razones de los homos cuando las tienen. Pero no me hace feliz tampoco ser avasallado con slogans cuando su lógica no es mejor que la mía.

Honestidad brutal, no puedo negar que los homosexuales me producen rechazo en forma directamente proporcional a su exhibicionismo agresivo y su comportamiento muchas veces patético. No creo que eso me condene: no conozco ningún padre heterosexual que disfrute cuando descubren hijos inclinados a la homosexualidad (penuria comparable normalmente a que quieran ser militares, se vuelquen al sacerdocio o adopten los colores de San Lorenzo).

No hay mejor defensa que un buen ataque

Considero que, al menos en la Argentina, los homosexuales son una minoría “patotera”: cómo los vientos culturales están a su favor, quien no coincida con sus posturas y declaraciones está condenado a ser acusado de arcaico o fuera de época.

Me subleva tener que aceptar como “progresista" lo homo porque ahora es políticamente correcto, que me tengan que resultar graciosos los disfraces y los besos de lengua ostentosos de las fiestas del orgullo gay o que exhiban la promiscuidad como modernismo. ¿Porqué no explican ellos su patetismo? ¿Sólo quieren ser divertidos?

Pretenden arrastrar al resto de la sociedad con preceptos que no tienen que ser necesariamente interpretados por todos. Parecieran querer licuar sus propias dudas existenciales en una lucha cultural contra el resto, que debe soportar su soberbia. Aunque a veces reciban ataques intolerantes de parte del mundo religioso, propios de la inquisición medieval.


La adopción


Por el lógico deseo humano de tener descendencia, al estar privados de ello por la vía biológica, acuden a la adopción y a ciertos avances científicos reproductivos que se lo permitan, abriéndose camino como pueden en las cuestiones legales.


Llegado a este punto, arribo a mi mayor intolerancia al respecto: pienso firmemente que los homosexuales no deben tener iguales derechos que los heterosexuales respecto a la adopción de niños.

En primer lugar porque, aquí obligatoriamente, deben recurrir al recurso del alquiler de vientres (de dudosa ética), que podríamos asociar al comercio de humanos, o a la adopción misma. Acepto que en esto, para las parejas heterosexuales, el análisis no cambia.

Pero, en segundo término, porque creo que dirimen en el campo de la educación y tenencia de los niños adoptados su propia sexualidad. No sostengo que la educación brindada por los heterosexuales brinde garantías mayores (la crisis de la pareja contemporánea en nuestras sociedades exime de mayores comentarios) pero intuyo que los conflictos no resueltos de los homosexuales aportan mayores complicaciones -en términos de probabilidad- en la formación intelectual de los hijos.

Permítaseme recalcarlo porque este es mi punto: no digo que los heterosexuales dan hijos “normales” y los homosexuales dan hijos “retorcidos” o algo por el estilo. Pero pienso que los homosexuales tienen menores probabilidades de educar chicos equilibrados y libres que los heterosexuales, debido a la lucha psicológica y cultural que deben librar para superar su particular conflicto psicológico, que entiendo más difícil que el de la sexualidad heterosexual por las objetivas rispideces sociales que conlleva.


Es sólo mi opinión, una intuición que no podré comprobar jamás porque no soy científico ni tengo medios para saberlo mediante el método, que es el modo de resolver la cuestión. Claro que uno puede acercarse a ello profundizando ideas en la psicología. Aunque la realidad no se modifique.


Ahora, a menos que se pretenda mentir sin descaro, los homosexuales no pueden cumplir los roles paterno y materno que la psicología -científicamente- ha demostrado necesarios para la crianza equilibrada de los hijos. Alguno me ha echado en cara, charlando de esto, la contradicción de los casos de padres ausentes o madres autoritarias. El problema es el de siempre: no leen lo suficiente. Porque eso también fue objeto de estudio.


El conocimiento se encuentra disponible a todos los humanos independientemente de su condición sexual (en este aspecto las discriminaciones vienen por el costado social). Y aquí, los homo aplican el mismo principio que los adolescentes: “lo que no conozco, no existe”. Al “modo new age” crean un mundillo ad hoc que responda a su problemática.


Ya que soy pésimo intelectual y poco cultivado, permítaseme aprovechar para utilizar un chiste grosero para graficarlo: “Mamá, ¿que es eso que tenés colgando ahí abajo?” ¿Eso no es crear un conflicto extra?


Los padres idiotas

Para expresarme en un sentido más amplio, podría admitir que -en realidad- estoy en contra de la adopción de hijos por parte de “padres idiotas”, sean homo o heterosexuales. Esto parece proponer un berenjenal mayor, pero no.

Cualquiera conoce “padres idiotas” en ambos bandos, ¿no? Aún a sabiendas de desconocer en profundidad la personalidad del travesti Flor de la V y de la modelo Nicole Newman, pueden tomarse como ejemplos de uno y otro ban
do para estas reflexiones. La mediatización que usan como medio de vida me da derecho a calificarlos de ese modo. Tengo derecho a utilizarlos “livianamente” en este análisis, descaradamente, porque me invaden desde los medios y verlos accidentalmente atenta contra mi salud mental. Les pago con la misma moneda.

Que Flor de la V alquile un vientre “para realizarse” es un acto privado que mediatiza y da tristeza. Para ser feliz, compra niños. Todo legal. A la bella Nicole no le alcanzan sus perritos y quiere tener muchos hijos también. Quizo adoptar uno “de color” no recuerdo en que país, pero no la dejaron. Hace poco se supo de un agricultor nonagenario brasileño que tuvo 50 hijos con dos esposas, una cuñada y una suegra. Lo mismo: padres idiotas. ¿Qué desean probar y a costa de quienes?

Conservo muchas dudas sobre el derecho que tenemos los hombres de traer descendencia al mundo. ¿Instintos de conservación? ¿Egoísmo puro? ¿Amor? ¿Inconciencia? Hay algo sobre el debate de tener o no tener hijos en la parte final de la entrada "Buen día pereza de Corinne Maier". Da para largo.

Volviendo a nuestros héroes Flo, Nicole & Cía. ¿quién defiende a las pequeñas víctimas de estos desequilibrados? Sería imposible legislar sobre este tipo de disquisiciones (quienes tienen derechos y quienes no) y quizás aún peor que interviniera el Estado (o peor, la iglesia). ¿Se imaginan impartiendo justicia al secretario Guillermo Moreno, el juez Oyarbide o el vicario castrense?


Resulta muy interesante indagar -a modo de ejercicio crítico- lo que sucedió en Italia recientemente, cuando un tribunal decidió quitarle una beba obtenida por fecundación asistida heteróloga a una pareja longeva ("Les quitan la beba por viejos y egoístas"). Las claves de este fallo, en particular, fueron:

*el riesgo de orfandad: los padres nunca se plantearon seriamente preguntas en torno al hecho que la niña se verá obligada a cuidar de padres ancianos cuando, aún siendo joven, necesite el apoyo de sus progenitores, o quedará huérfana a temprana edad.

*ciencia desvirtuada: la niña fue fruto de una aplicación desvirtuada en materia genética; la práctica que eligieron para la fecundación estaba prohibida en Italia, por lo cual recurrieron a expertos en el exterior de su país.

*omnipotencia: es una elección que, si es empujada más allá de ciertos límites, se funda en la voluntad de omnipotencia, en el deseo de satisfacer a toda costa los propios deseos (satisfacción narcicista de tener un hijo), dejando necesariamente de lado las leyes de la naturaleza y demostrando cierta indiferencia respecto del futuro de la niña.

El matrimonio “igualitario” y elucubraciones finales


Para no caer en posiciones “blandas” y seguir concediendo cosas que nunca me reconocerán, permítaseme retomar aquí mi homofobia y facismo iniciales: estoy podrido que los homosexuales y sus voceros nos corran “con la vaina”.
Soy partidario firme de los machos de barrio, donde los raros son mirados de soslayo. Considero que la mayoría de los homo tienen comportamientos patéticos y en función de su lucha liberadora, suelen acentuarlos hasta niveles grotescos.

Por si hace falta también aquí un ejemplo, el reconocido artista italiano Franco Zeffirelli dijo hace unos años: "Detesto a toda la oficialidad gay... siempre me opuse (al matrimonio entre personas del mismo sexo) porque creo que se trata de un hecho privado (...) soy homosexual, no lo escondo, pero siempre tuve una vida muy feliz porque nunca quise que nadie entrara en mi pequeño jardín."


Eso me hizo pensar en la desesperación del ambiente gay al lograr imponer a cualquier precio la ley de “matrimonio igualitario” en el Congreso argentino, hace poco tiempo. Debido al normalmente lamentable nivel de nuestros congresales, ni me molesté en leer las alocusiones que se dieron en el recinto. ¿Qué podrían aclararme? Mejor formar opinión en otro lado.



No piensen que me estoy oponiendo al matrimonio de personas del mismo sexo. Es totalmente lógico que comunidad homo necesite resolver legalmente cuestiones como las herencias gananciales, su seguridad social, etc. pero la ofensiva política que desarrollaron para imponer su postura me pareció una andanada patotera y poco inteligente que en vez de explicar razones acusó al expectador de ignorante. Se la pasaron burlándose de sus opositores más retrógrados, como si eso les diera la derecha. Y desaprovecharon una magnífica oportunidad para explicarse y acercarse al resto de la sociedad.


¿Una cuestión legal les asegurará la felicidad? Los heterosexuales podemos asesorarlos al respecto. Encima, es bien conocido que los primeros gay que se casaron en el país tras aprobarse la ley, era una pareja mediática ad hoc. Triste.


Se me ocurrió pensar que ocurriría cuando tres o más personas de cualquier sexo deseen casarse y el Estado no contemplara esa situación legal. ¿Hablarían de discriminación otra vez? ¿Nacería otra minoría?


Creo que con slogans como “elección sexual” y “reasignación de sexo” se la pasan echando sus dudas en la cara del prójimo para reafirmarse, cuando deberían hacer un culto de la moderación si pretenden ser aceptados.


Prefiero declararme ignorante y pelear por aumentar mis conocimientos que admitir “verdades de moda”. La falta de conocimientos es una manera de eludir la realidad, un permiso para vivir mejor, pero en la mentira.


Repito mi premisa de siempre (una de las pocas certezas que tengo): ser crítico con todo. A esta altura, no tengo miedo que aprender me conduzca a destruir “verdades confortables”. Y me parece que los homosexuales le temen precisamente a eso. Horanosaurus.


Aquí el link de la nota donde la efímera funcionaria revolucionaria y dirigente popular (?) María Rachid, analizó el caso del niño norteamericano según su óptica.


"La identidad sexual se define cerca de los once años". Por María Rachid. Diario Perfil (02/10/11)